En la comprensión pictórica y tradicional del paisaje está implícita la dimensión humana: su punto de vista y su escala arman esa particular percepción espacial en donde el horizonte es determinante.
En Consagración, me sitúo en esta posible comprensión del paisaje, pero a su vez imito el gesto propio de la eucaristía al hacer sagrado un cuerpo. En este caso en el lugar de la hostia y del oro se visualiza, a través de un segmento de frailejón, un páramo en donde la niebla ha borrado el horizonte.
Transpongo de esta manera el lugar de lo consagrado (cuerpo/pan) hacia los seres y fuerzas de la naturaleza.
Díptico Fotografía Cada una 120 x 90 cm. 2014 |